martes, 26 de julio de 2011

Memorias para el futuro: el archivo de los trentinos en Bahía Blanca


Se trataba, hace unos días, de escribir los nombres de las personas que aparecen en la foto de casamiento. Cada uno de los entrevistados reconocía a dos o tres de sus familiares más cercanos, pero no a los demás. Sólo después de varias entrevistas y consultas telefonicas pudimos identificarlos a (casi) todos. Y así, poniendo nombres y apellidos, nosotros, 57 años más tarde volvimos a recomponer los lazos y los parentescos de todas estas personas y que ya estaban ya a punto de ser olvidados.

En eso consiste justamente esta tarea, a la que estamos abocados durante este año, en Círculo Trentino, basa precisamente en un principio de “reunión”: coordinar en un solo conjunto, en la sincronía de un sistema, fotografías, documentos, cartas, y fundamentalmente, testimonios orales, a sabiendas que el resultado de esa operación iba a dar como resultado una imagen de “unidad” de una comunidad vinculada por un mismo origen migratorio, con el riesgo de que se pierda de vista que se trata de configuración ideal, facticia, como si en algún momento hubiera existido una “colectividad trentina” homogénea, cosa que no fue así. De hecho incluso, las personas de esa foto no todas se conocían entre sí, y sus descendientes ya no reconocen más que a sus propios padres, pero probablemente sea una de las fotos en que más trentinos aparecen juntos: Camilo y Agustín Ferrari, Emma Battaia, Giuseppina Gianordoli, Albina Baroldi, Bruno Dal Ponte, Giulio Grosselli, Angel Ferrari...

Sin embargo, esos documentos, fotografías y materiales que hasta ese momento pertenecían únicamente a la esfera privada, guardados en un cajón, en el armario, o un baúl, se fueron integrando en un conjunto y pasaron de algún modo a una esfera “pública”; y así, la existencia de este contribuye a que el conocimiento y la reflexión sobre el pasado no queden fijadas en los estrechos márgenes de las anécdotas individuales, o en el nimbo opaco de los relatos estereotipados, sino que puedan encontrar una base firme en los documentos y en los testimonios para capitalizar la riqueza de la pluralidad de las experiencias. Así, es probable que el archivo se convierta en una herramienta fundamental para superar una mirada meramente sentimental, atrapada muchas veces en la nostalgia "inventada" de personas y tiempos pasados, algo que se reitera constantemente en las historias referidas a la experiencia migratoria.

Y he aquí otra diferencia entre el conjunto -nada pequeño por cierto- de fotos que cada uno guarda en su casa y el Archivo. Esos documentos, fotografías y materiales que hasta ese momento pertenecían únicamente a la esfera privada, guardados en un cajón, en el armario, o un baúl, se fueron integrando en un conjunto y pasaron de algún modo a una esfera “pública”; y así, la existencia de este contribuye a que el conocimiento y la reflexión sobre el pasado no queden fijadas en los estrechos márgenes de las anécdotas individuales, o en el nimbo opaco de los relatos estereotipados, sino que puedan encontrar una base firme en los documentos y en los testimonios para capitalizar la riqueza de la pluralidad de las experiencias. Así, es probable que el archivo se convierta en una herramienta fundamental para superar una mirada meramente sentimental, atrapada muchas veces en la nostalgia "inventada" de personas y tiempos pasados, algo que se reitera constantemente en las historias referidas a la experiencia migratoria.

Como esta foto, llevamos escaneadas muchísimas más. Así, los documentos se reúnen (en un formato virtual, y por ende reproducible) en un lugar, sobre un soporte estable, y están disponibles para ser interpretados ahora, y tambien más adelante. Qué historia escribirán en el Trentino quienes reciban la copia de este archivo es algo que veremos seguramente en algún tiempo. ¿Y nosotros? Ya en lo inmediato estos documentos y estas imágenes nos están permitiendo ajustar ideas, conocimientos y puntos de vista sobre la historia de los inmigrantes trentinos en esta ciudad, sobre la historia de la ciudad misma y sobre nosotros como comunidad.

Eso es tal vez lo que podemos llegar a hacer ahora. Probablemente, dentro de unos años otras personas querrán reordenar todo ese material de otro modo, o leerlo de otro modo, para responder otras preguntas. Justamente para eso estamos haciendo este trabajo. Es que la cuestión del archivo no es una cuestion del pasado, es una cuestion de futuro, una promesa y una responsabilidad para el mañana.

Ne vedem, vala

lunes, 11 de julio de 2011

Mario Grosselli, de la montaña al mar


Son los primeros días de febrero de 1954 y Mario Grosselli, nacido en Madruzzo, Lasino, el 17 de noviembre de 1927 está ya casi listo para partir, en uno de esos programas de "reunificación familiar" que el CIME (Comitato Intergovernativo per le migrazioni europee) había puesto en marcha desde 1951 para contribuir a resolver el problema de la elevada desocupación en los países europeos, firmando acuerdos no sólo en Argentina sino también en Brasil y Chile. Mario tiene 27 años y una amplia experiencia de trabajo como mozo, cocinero, conductor y técnico.



 
En Bahía Blanca lo esperaba su hermano Giulio, llegado unos años antes y muy pronto consigue trabajo en la empresa eléctrica DEBA.

Mario se hizo la casa en Bahía, se casó con Sara Dolly Díaz y tuvo 5 hijos, y tuvo también su casa en El Sauce, cerca de Monte Hermoso donde pasaba largas temporadas, y que disfrutó apasionadamente hasta su muerte en 1994.


Esta era su foto preferida: en Suiza, durante el invierno, su trabajo era ir en un trineo, desparramando bosta sobre la nieve en el sendero para facilitar la marcha.
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Está todavía esta foto, ampliada, en la sala de la casa de veraneo en El Sauce, junto al mar.