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sábado, 9 de junio de 2012

Carlo Dalponte, el último que cruzó en barco el Ecuador hacia Bahía Blanca



El de camisa a cuadros y pantalón oscuro, con una mano en el bolsillo y la otra apoyada es Carlo Dalponte (Lomaso, 9 de junio de 1932) en el momento más divertido de su viaje a la Argentina: es el 27 de mayo de 1957, este es uno de los últimos grupos de inmigrantes que llegan, así, masivamente, a la Argentina,  y el buque conde Biancamano, con 1500 pasajeros abordo, está cruzando el Ecuador.

Y cuando en la conversación sale el tema de "el viaje a la Argentina", además de volver a contar la historia de las chicas que venían casadas por poder, recuerda este momento con alegría.

Y no solamente eso: siempre recuerda con gran placer sus 33 años como carpintero ferroviario en Talleres Bahía Blanca Noroeste de Ferrocarriles Argentinos, y fundamentalmente su trabajo como carpintero. Su gran orgullo es el taller que montó en su casa y la gran cantidad de muebles y cocinas que hizo para tantos clientes.

Su otra pasión siempre ha sido el canto: recuerda que allá en Italia les había enseñado a cantar el cura:

cantábamos en la iglesia un coro a tres voces, quel mazzolin di fiori, la montanara, la valsugana -me acuerdo todas las canciones-, y la misa, alla cantábamos la misa, todos los sábados nos hacía ensayar. Acá en Bahía, con el coro de Ramirez Urtasun, eramos como 40 o 50, teníamos que ir a ensayar al Teatro Municipal, después ya no quise más, estaba cansado de tanto trabajar..."

Y, claro, la familia: su esposa, Argelia Reinhart que en esta foto, en vez de posar, justo le está acomodando la camisa a Carlo para una toma de video:


Sus hijas, Rosana y Lorena, y sus nietos, María Pía, Lucas, Julián y Valentín:


Carlo volvió varias veces a Lomaso a ver a sus padres, Vittorio que falleció en 1960, y Delfina Baroldi* que falleció en 2006.
Carlo Dalponte es uno de los socios fundadores del Círculo Trentino de Bahía Blanca, tantas veces hemos cantado juntos en las cenas y reuniones y hoy 9 de junio festejamos con él porque cumple 80 años. Tanti auguri!



* Su madre, Delfina era la hermana de Albina Baroldi, esposa de Cornelio Ferrari. Por eso, siguiendo el mecanismo de la cadena migratoria, en la casa de Albina y Cornelio había recalado un tiempo -hasta que volvió a Italia, en 1931- su padre Vittorio Dalponte; y en 1947 había parado hasta que logró instalarse por su cuenta, su hermano mayor Bruno Dalponte.

martes, 26 de julio de 2011

Memorias para el futuro: el archivo de los trentinos en Bahía Blanca


Se trataba, hace unos días, de escribir los nombres de las personas que aparecen en la foto de casamiento. Cada uno de los entrevistados reconocía a dos o tres de sus familiares más cercanos, pero no a los demás. Sólo después de varias entrevistas y consultas telefonicas pudimos identificarlos a (casi) todos. Y así, poniendo nombres y apellidos, nosotros, 57 años más tarde volvimos a recomponer los lazos y los parentescos de todas estas personas y que ya estaban ya a punto de ser olvidados.

En eso consiste justamente esta tarea, a la que estamos abocados durante este año, en Círculo Trentino, basa precisamente en un principio de “reunión”: coordinar en un solo conjunto, en la sincronía de un sistema, fotografías, documentos, cartas, y fundamentalmente, testimonios orales, a sabiendas que el resultado de esa operación iba a dar como resultado una imagen de “unidad” de una comunidad vinculada por un mismo origen migratorio, con el riesgo de que se pierda de vista que se trata de configuración ideal, facticia, como si en algún momento hubiera existido una “colectividad trentina” homogénea, cosa que no fue así. De hecho incluso, las personas de esa foto no todas se conocían entre sí, y sus descendientes ya no reconocen más que a sus propios padres, pero probablemente sea una de las fotos en que más trentinos aparecen juntos: Camilo y Agustín Ferrari, Emma Battaia, Giuseppina Gianordoli, Albina Baroldi, Bruno Dal Ponte, Giulio Grosselli, Angel Ferrari...

Sin embargo, esos documentos, fotografías y materiales que hasta ese momento pertenecían únicamente a la esfera privada, guardados en un cajón, en el armario, o un baúl, se fueron integrando en un conjunto y pasaron de algún modo a una esfera “pública”; y así, la existencia de este contribuye a que el conocimiento y la reflexión sobre el pasado no queden fijadas en los estrechos márgenes de las anécdotas individuales, o en el nimbo opaco de los relatos estereotipados, sino que puedan encontrar una base firme en los documentos y en los testimonios para capitalizar la riqueza de la pluralidad de las experiencias. Así, es probable que el archivo se convierta en una herramienta fundamental para superar una mirada meramente sentimental, atrapada muchas veces en la nostalgia "inventada" de personas y tiempos pasados, algo que se reitera constantemente en las historias referidas a la experiencia migratoria.

Y he aquí otra diferencia entre el conjunto -nada pequeño por cierto- de fotos que cada uno guarda en su casa y el Archivo. Esos documentos, fotografías y materiales que hasta ese momento pertenecían únicamente a la esfera privada, guardados en un cajón, en el armario, o un baúl, se fueron integrando en un conjunto y pasaron de algún modo a una esfera “pública”; y así, la existencia de este contribuye a que el conocimiento y la reflexión sobre el pasado no queden fijadas en los estrechos márgenes de las anécdotas individuales, o en el nimbo opaco de los relatos estereotipados, sino que puedan encontrar una base firme en los documentos y en los testimonios para capitalizar la riqueza de la pluralidad de las experiencias. Así, es probable que el archivo se convierta en una herramienta fundamental para superar una mirada meramente sentimental, atrapada muchas veces en la nostalgia "inventada" de personas y tiempos pasados, algo que se reitera constantemente en las historias referidas a la experiencia migratoria.

Como esta foto, llevamos escaneadas muchísimas más. Así, los documentos se reúnen (en un formato virtual, y por ende reproducible) en un lugar, sobre un soporte estable, y están disponibles para ser interpretados ahora, y tambien más adelante. Qué historia escribirán en el Trentino quienes reciban la copia de este archivo es algo que veremos seguramente en algún tiempo. ¿Y nosotros? Ya en lo inmediato estos documentos y estas imágenes nos están permitiendo ajustar ideas, conocimientos y puntos de vista sobre la historia de los inmigrantes trentinos en esta ciudad, sobre la historia de la ciudad misma y sobre nosotros como comunidad.

Eso es tal vez lo que podemos llegar a hacer ahora. Probablemente, dentro de unos años otras personas querrán reordenar todo ese material de otro modo, o leerlo de otro modo, para responder otras preguntas. Justamente para eso estamos haciendo este trabajo. Es que la cuestión del archivo no es una cuestion del pasado, es una cuestion de futuro, una promesa y una responsabilidad para el mañana.

Ne vedem, vala

domingo, 5 de septiembre de 2010

Albina Baroldi


De sus 6 hermanos, Albina fue la única que vino a Bahía Blanca, en 1928, casada con Cornelio Ferrari.
Carlo, su hermano mayor, en cambio, en 1899 se fue a Estados Unidos y estuvo trabajando un tiempo en las minas de carbón. De ahí se fue a California y como le empezó a ir bien, un año después mandó dinero para que fuera allá la hermana mayor, Teresa. Ella desembarcó en Nueva York y tardó un mes para llegar a California: eso fue en 1901. Después ese hermano mayor empezó a llamar a los otos hermanos para que fueran también ellos a los Estados Unidos. Murieron todos muy longevos con edades cercanas a los cien años. 

Albina, aunque vivió siempre en Bahía Blanca con su familia, tuvo la posibilidad de volver a verlos ya que viajó a Estados Unidos dos veces, y su hermana Teresa estuvo también acá de visita, en Bahía Blanca.

Solo una hermana de Albina quedó en Lomaso: la madre de Bruno y Carlo Dal Ponte. Esos sobrinos  se radicaron en Bahía Bruno en 1947 y Carlo, en 1957.

Albina y Cornelio tuvieron tres hijos: Angelo, Duilio y Livio.
Ella falleció en 1975, a los 77 años.