viernes, 17 de julio de 2015

Efectos de lectura




Hace unos días Mónica Vega, misionera en Brasil, dedicada al trabajo pastoral con mujeres, me pidió algunas fotografías de mujeres inmigrantes. Le envié varias. Hoy me escribió este mensaje:

¡Hola Ana! ¿Como va todo en Bahía Blanca? Yo aquí comenzando un encuentro de mujeres. Dificil realidad la de la mujer en cualquier parte pero aquí es casi como que la distancia de todo triplica las dificultades. Hoy temprano pensaba en todas estas historias que escucho que son similares a las que vos recuperaste de las muchas mujeres de White, de las trentinas, de las de los ferrocarriles... A veces uno no imagina el impacto de lo que hace.Vos les diste espacio para que las voces se escucharan, sus historias trajeran el aire de quienes nunca dejaron de luchar, de empujar y de alguna manera parir un mundo nuevo para muchos. Recuerdo la foto del pasaporte de tu abuela... Será porque es lo que más uso, un pasaporte. Eso es lo que te da identidad para los gobiernos y las agencias pero son las historias que cargan esos pasaportes lo que hay que contar.


Emma Battaia  llegó a Bahía Blanca en enero de 1927, a los veinte años.
Mientras trabajaba, cantaba  Va pensiero, La Pulpera de Santa Lucía, y la Serenata Rimpianto de Toselli.

En esos años era música que conocían y cantaban todos, precisamente en los años en que empezaba a haber gramófonos y sobre todo a partir de 1922, aparatos de radio, en sus casas, allá, en esos pueblos de montaña, en el norte de Italia. Según parece Luigi Battaia, el padre de Emma, fue uno de los primeros en poseer un aparato de radio en Poia
Pero, ¿quién era ese músico? ¿Por qué estaba de moda? Según parece, Enrico Toselli, florentino, compuso la Serenata -su obra más famosa- cuando tenía diecisiete años, en 1900 y se hizo muy conocida inmediatamente, al ser cantada y grabada por cantantes como Beniamino Gigli y Caruso. Entre 1900 y 1907 hizo más de cincuenta presentaciones no solamente en Italia sino también en Inglaterra, Estados Unidos e incluso en Egipto, y compuso una gran cantidad de piezas musicales. Pero, en 1907 se casó con la princesa Luisa de Hasburgo-Lorena, una mujer veintitrés años mayor que él, que dejó justamente por él a su noble marido pero que, a causa del escándalo, le arruinó para siempre la carrera musical. Al final la princesa lo dejó, él compuso todavía algo más, llegó incluso a casarse de nuevo, pero murió -según mi fuente - casi olvidado en 1926.

Olvidado él, pero no su Serenata.
Esto también trae Emma y quienes llegan en esos años: esa música de moda, esas historias de amor escandalosas, y ese italiano pretensiosamente poético y refinado de la letra de la Serenata:

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