Rosana Steck, nacida en Povo, Trento en 1944, llegó en 1950 a Bahía Blanca junto con su madre, María Bertotti para reencontrarse con su padre, Rodolfo Steck que estaba acá desde hacía tres años. Cuando la entrevistamos en julio de 2004 nos contó estas cosas:
Durante la seguda guerra, con mi mamá estuvimos en un campo de concentración, yo tenia 40 dias, en Alemania... a mi papá, que también estaba prisionero lo conocí cuando tenía 4 o 5 años. Mi mama en la época de la guerra estaba con los padres en Italia, vivíamos en un refugio, yo nací, afanaron una chiva y con eso me criaron, con leche de chiva, viste, en refugio antiaereo entre las montañas cuevas.... Mi vieja le reventó la cabeza de un palo a un alemán, salió a buscar víveres y por ahí se le cruzaba alguno y le dio un ramazo. ... Dos o tres años estuvimos. ... Ella dice que dos por tres la ponían ahí contra la pared, me agarraba a mi...pelaba bolsas de papa, pero yo estaba bien porque había dos alemanas que me habían cuidado, agarraron sábanas, me hicieron pañales, y de noche me cuidaban ellas, y mi vieja dormida me tiro así, tenia un cajón abierto para la ropita y se dio vuelta y me caí ahí, y dice que me pusieron una medallita de la Virgen desatanudos y dice que esa Virgen yo la tenía puesta, y me la habían puesto las alemanas...
...
Treinta y siete vestiditos traje, hechos por mi abuela, cuando vine de Italia y mi mamá también. Aquí, ella me mandó a aprender a bordar a máquina, me compraba cosas para bordar, me hacía sentar dos horas por día, eso tenía que aprender yo.
...En la Lanera San Blas empecé a trabajar a los 16 años, arreglaba las telas que salían del telar con fallas con una aguja de acuerdo a la trama, la tela la vas tirando, un hilo más grueso, por ejemplo, tenés que cambiarlo todo, a veces, de punta a punta, sesenta metros.
...
Aprendí a coser cuando tenía los chicos chicos; con pedazos buenos les hacía pantaloncitos, enteritos, con una revista, con los moldes pero... porque, por necesidad, viste, aprendés a coser, no porque mi mamá me mandara o porque a mí me gustara, porque no, a mí no... los chicos me dan las medias, ahora, las miro, las dejo, las pongo en una bolsita, para que no se me pierdan Un día digo: - ‘bueno, hoy agarro la aguja’; me siento y llueve, es matemático.”
De los vestiditos de la abuela, los bordados y los ejercicios de costura, a las piezas de
Frente a los relatos de inmigración "masculinos" de ascenso y de crecimiento económico individual, o frente a la débil voz de aquellas que parecen haberse adaptado convenientemente a lo que los modelos femeninos hacían esperar de ellas, la historia de Rosanna abre una brecha para pensar en primer lugar, cuáles fueron los precios que hubo que pagar por emigrar; además, cómo las heridas profundas de la guerra y el desarraigo dejan marcas - sobre todo en los silencios, en todo aquello que las experiencias traumáticas mismas impiden sacar a la luz; y finalmente hasta qué punto la historia vivida en este lugar(historia no solo personal: crisis económicas, políticas educativas, o cambios de las condiciones laborales y de empleo) configura la propia identidad y la de la familia.
Rosanna falleció el 7 de febrero de 2012: estos fragmentos de entrevista y este parrafo tomado del trabajo hecho con Sandra Rosetti "Trentinos en Bahía Blanca: el trabajo como factor de tensión entre continuidad y cambio cultural" (2009) quieren ser una suerte de homenaje a una hermosa mujer, que lucho con coraje ante las muchísimas adversidades a las que la enfrentó la vida.
Rosanna Steck, nata a Povo nel 1944, è giunta a Bahía Blanca nel 1950 assieme a sua madre, María Bertotti per ritrovare il papa, Rodolfo Steck che era già in cità da tre anni. Quando l'abbiamo intervistata, nel mese di luglio di 2004, ci ha raccontato queste cose - in spagnolo, lei dice di non aver più potuto parlare in italiano:
Durante la guerra vivevamo in un rifugio, rubarono una capra e con quella mi allevarono, con latte di capra, un rifugio antiaereo tra le montagne ... mia mamma usciva per trovare da mangiare e schiacció la testa a un tedesco con un bastone. Due o tre anni siamo stati in un campo, in Germania. Lei dice che ogni tanto la mettevano contro il muro, mi prendeva; lì ha dovuto pelare dei sacchi di patate, ma io stavo bene perchè c'erano due donne che mi badavano, presero delle lenzuola, mi fecero pannolini e di notte, mi accudivano loro.
37 vestitini mi son portata, fatti da mia nonna, quando sono venuta dall'Italia. Mia mamma
voleva che io fossi come lei, con l'ago in mano, .... mi fece imparare a ricamare a macchina, dopo mi comprava cose per ricamare, tu non sai quale supplizio cinese è stato quello...
Nel lanificio San Blas lavoravo, anche se non ti sembra vero, e non mi dispiaceva, nella riparazione di stoffe che escono dal telaio con difetti quello bisogna agiustarlo, andavo con l'ago in mano. Magari manca un filo, devi farlo a seconda di come va la trama; la stoffa la passi e la tiri, e i difetti te li segnano, c'è una persona che segna che tipo di difetto, che fili sono più grossi ... devi cambiarlo tutto, a volte anche da cima a fondo, 60 metri, era tutto serge, "tropical", tuto quel tipo di stoffe per abiti.
Mi piace il tessuto ma non parlarmi di un ago: ho imparato a cucire quando avevo i bambini piccoli, che non ce la facevo con i vestiti, con pezzi buoni di stoffa facevo pantaloncini, tutine ai bambini, ma con una rivista, perchè, se c'è il bisogno, impari a cucire, ma non perchè mia mamma mi aveva fatto impare o perchè a me piacesse prendere un ago. Adesso, i ragazzi, mi danno le calzine, le guardo, le lascio, le metto in un sachetto affinchè non si perdano e un giorno dico: "va bene, oggi prendo l'ago", mi siedo, e piove, è matematico.
Dai vestitini della nonna, i ricami, e gli esercizi di cucito, alle pezze di 60 metri che riparava nel lanificio; dalle lenzuola con cui qualcuna aveva cucito i suoi pannolini nel campo di concentramento, agli scampoli di stoffa con cui lei cuciva per i suoi figli, il racconto di Rosanna sembra essere segnato da una serie di collegamenti con "l'ago" che permettono di leggere da un punto di vista particolare la storia della condizione di tante donne immigranti: attività come il cucito e il ricamo concepite come "l'essenza stessa della femminilità nella casa"; il fatto di essere andata a "imparare" cucito e ricamo, anche malvolentieri, negli anni 50 a Bahía Blanca; la resistenza di una donna come Rosanna a quel tipo di attività; il lavoro con enormi pezze di stoffa nel lanificio; e il dover cucire a casa i vestiti per i bambini lungo un periodo in cui il mondo del lavoro e la stessa società si frammentano e atomizzano.
Davanti ai racconti "maschili" di immigrazione, di ascesa e crescita economica individuale, o davante alla debole voce di quelle donne che sembrano essersi adeguate convenientemente a quello che i modelli femminili permettevano aspettare da loro, la storia di Rosanna apre una breccia per pensare, inanzitutto, quali furono i prezzi che pagarono gli emigrati; poi, come le profonde ferite causate dalla guerra e dalla perdita del proprio posto lascia tracce - anche nei silenzi, in tutto quello che le esperienze traumatiche impediscono di mettere alla luce; e infine, fino a che punto la storia vissuta in questo posto ( storia non soltanto personale: crisi economiche, politiche educative o cambiamenti nelle codizioni di lavoro e di impiego, ad esempio) determinano la propia identità e quella della famiglia, tanto come la cultura d'origine dei genitori.
Rosanna è morta il 7 febbraio 2012: questi frammenti di intervista, e questi paragrafi presi dal libro "Trentini a Bahía Blanca: il lavoro come fattore di tensione tra continuità e cambio culturale" scritto con Sandra Rosetti (2009) sono un omaggio a una bella donna che ha dovuto lottare con tanto coraggio durante tutta la sua vita.
4 comentarios:
Escribió Flavia Morales: Ana agradezco las bellas vivencias que sabes rescatar y transmitir por este medio, el relato de Rosanna Steck que nos deja por tu intermedio, emociona, logra con su escrito conocer y comprender un pasado no tan lejano, el esfuerzo de padres y madres en tiempos tan difíciles como la guerra y su compania "el hilo y la aguja", trabajo que hacia aunque no le agradaba tanto en sus jóvenes años, refleja su compromiso con la vida. Seguro tendré la oportunidad de transmitir estas palabras en mi vida cotidiana, gracias.
Hola:
escribo por este medio porque no encuentro una dirección de e-mail, les pido me disculpen.
Me llamo Daniela Massolo y soy la propietaria de la web http://ancestrositalianos.com dedicada a la genealogía italiana.
Me encantó este blog, y les escribo (con un poco de atrevimiento), para preguntarles si me permitirían utilizar algunas fotos del blog para un video que estoy realizando.
El video se titula "Cómo encontrar a tu antepasado italiano?" y brinda pautas y sugerencias para determinar el lugar de nacimiento del ancestro italiano, ya que mucha (tal vez demasiada) gente desconoce ese dato. La foto de Fortunata está genial, también las cartas de María Pasi y Daniela Polla, entre otras, son ideales.
Hace un tiempo hice otro video sobre la inmigración italiana que pueden ver acá: http://www.ancestrositalianos.com/inmigracion/index.html
Bueno, espero no importunarlos con este mensaje, pero la verdad es que ya me he "quedado corta" con mis fotos familiares, más las de algunos amigos que me prestaron las suyas. Entonces, googleando un poco encontré su blog. Quedo a la espera de su respuesta.
Les envío un cordial saludo.
Daniela
Perdón!
Olvidé mencionar que citaría su colaboración en el video.
Y por supuesto voy a recomendar el blog porque tiene mucha información que puede brindar pistas a otras personas que se encuentran en la misma búsqueda.
Además ya estoy poniendo un link en mi web.
Hola Daniela,gracias por tu visita y tus comentarios. Si te parece,
escribime a esta dirección:
amiraval@criba.edu.ar.
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