sábado, 28 de agosto de 2010

Scalpellino

Querido padre:

espero que estén bien. Yo también estoy de buena salud. El motivo por el que durante estos dos años no pude escribir es que me lastimé el brazo derecho. Escribir bien no podía, escribir mal no quería.

"Algo así decía la primera carta que el hermano de Erina Baroldi escribió a sus padre en Poia. Nunca más volvió a dar noticias. Este hombre vivía en Tandil, y se había lastimado el brazo porque trabajaba en las canteras de granito, fabricando adoquines.

Viste como hacían los adoquines, y ganaban una miseria, como todos nosotros, los que no teníamos cerebro. Imagináte, cincel y martillo, cada vez mas finito hasta que queda la forma del adoquín, y hay que hacerlos todos iguales, parejitos. No sé si a veces no corta un poco, la piedra bruta, tallada así. Como los adoquines chiquitos de la vereda del Teatro Municipal o la escalinata del correo. Vos sabés qué trabajo. Es que esa es la piedra más dura que existe. Fijate que pasaban por encima las ruedas macizas de los camiones de Salvadori, y no se hundían. Hasta a Europa llevaban esos adoquines. Imagináte.
Usaban el escalpelo, el cortafierro para el adoquín.

Igual que el padre, en Poia. Hizo el dintel de la puerta de la casa, todo en piedra, y el Ponte dei Servi, sobre el río, con unos leones tallados."

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